Tierra de Ahulema

Tierra de Ahulema

miércoles, 31 de marzo de 2010

Por qué no me asomo a la ventana


Escribo en blanco este siglo,
lo dejo sobre otros labios
e invoco el silencio de las bestias
protegidas por los miedos
(tan vivos en mi ebriedad
como en mis noches).

Hago una pausa en la colecta de espinas
para que mi piel se agoste
(humus de los sueños
castrados por el insomnio),
contenida entre el vidrio de la mirada
y el malva de las bocas
mordidas por la inquietud.

Fuera, entre un fundido de voces,
los silencios se aparean con el rumor
que tinta de frío las avenidas
donde ya no hay sangre que recordar
ni esquinas por donde huir.

Nueva pausa ante el eco mudo.
Doce tragos de azufre,
mil doscientas salvas de honor
a mayor gloria de milicos,
hambrunas, psicoanálisis y clero,
banderas y días internacionales,
le ecuánime injusticia
y la sociedad de naciones
(e incluso del que esto suscribe).

Delendi sumus.

El reloj
decapita los huéspedes incómodos
e inyecta en nuestras almas
otra dosis de miedos eternos.

Poema invitado: "Pesadilla" JOSEP PALAU I FABRE


Esparcí por doquier tanta simiente
y malgasté tanta riqueza mía,
que ahora, de noche, con afán demente,
hordas de homúnculos, harto envejecidos,

saliendo de cloacas y grifos a tropeles
trepan sobre mi lecho muy activos
y me obligan a mantenerme en vilo,
injuriándome por mis desvaríos:

"Somos tus hijos, ya ves, somos tu amor.
Nos hospedamos en estas tuberías
y a ti nos parecemos por tu horror.

¿Dónde hallar la matriz que nos debías?
A la esterilidad te condenamos
por habernos hasta hoy excrementado".


15 de Agosto de 1945


de Cáncer

lunes, 29 de marzo de 2010

Yorick ante el recuerdo


Elsinore quedó desnuda, desierta.
Cuarteó la sombra de voces púrpuras
que recorrieron el horizonte
con los ecos soñados por las vidrieras,
guardó la carcajada del vacío
contra los rincones de la venganza,
cabalgaron su orfandad los muros
de piedra entregada al destierro,
y envenenó el grito inocente
sobre el acero forjado con sangre.

Nieva sobre la leyenda, invierno,
cuando los muertos viven su memoria.

Poema invitado: "Renunciación" JOSÉ HIERRO


Lo quiso todo o nada.
Por eso dejó todo:
para tenerlo todo.

Qué sentirá. Qué cifra
ordenará su mundo,
revelará sus seres.

Qué esfinge arranca ahora
al arpa sideral
arquitecturas músicas.

Y cómo ramas, nubes,
granos de sol, enjambres
de lluvia, romperán

contra su trono de oro,
salpicarán su báculo
del alba de las nadas...


de Libro de las alucinaciones

domingo, 28 de marzo de 2010

XX


Tras la cancela se entonan
voces que se saben líneas de un rito pasado
acunadas bajo el sándalo barroco del templo.

Eco del que se alimenta
una lejana rosa de fe
que llama a la figura del que busca
como latido de hierba por segar;
un pulso que siembra
las manos del caminante
con la arena de su historia
enclaustrada entre el hielo del silencio.

Atrás, ahogado por la noche,
queda el santuario,
los pasos continúan,
siempre llevan al reencuentro.

Ante la cancela, ajeno y rendido,
el que busca
se enfrenta al intenso violeta
de una mirada cautiva
por el incienso de la oración
y el golpe del credo.

Poema invitado: "IV" PERE GIMFERRER


Nunca he vivido la distancia entre lo que queremos decir y lo
que decimos realmente,
la imposibilidad de captar la tensión, del lenguaje, de establecer
un sistema de actos y palabras,
un cuerpo de relaciones entre el poema escrito y su lectura.
Quizá un discurso eliotiano en ocasiones, pienso
que este poema pone realmente en peligro
uno de los niveles de mi poesía: es decir, que el discurso
muestra aquí a un tiempo las dos caras del espejo.
Lo cierro, y da la vuelta:
de noche, con luz, en la oscuridad dorada, en las calles o en la
muerte,
como el rumor del bosque y los árboles que en él caen talados
en silencio
- ¿dónde, sino en mi corazón?


de Fuego ciego

sábado, 27 de marzo de 2010

Poema invitado: "Ante las tumbas de la Abadía de Wells" ANDRÉS TRAPIELLO


El que supo venir, también marchar
sabría, puesto a ello.
Lo que murió una vez,
puede morir de nuevo.
A veces el invierno
a otro invierno sucede
y no la primavera ni la ardilla.
Y si pudo ser una vez, pudo ser todas.
En cada hombre están
borrados por el musgo y por los líquenes
todos los epitafios.


de Lejos de todo esto

viernes, 26 de marzo de 2010

Recomendación: Los días contados de MIKLÓS BANFFY



A principios del siglo XX Hungría, parte del Imperio Austro-Húngaro, se veía agitada por una convulsa actividad social donde la actividad parlamentaria, la búsqueda de la entidad nacional al margen del imperio de Francisco José y las disputas de los diferentes partidos políticos, parecían estar al margen de una clase aristocrática decadente, tan propia de la época, dedicada a mantener un status que languidecía entre bailes, banquetes, apuestas en casinos, cacerías o carreras de caballos; en este trasfondo se mueven los dos personajes principales de la novela: el conde, diplomático y parlamentario Bálint Abády y su primo László Gyeröffty, sus inquietudes vitales, afectivas, económicas y amorosas, se agitan a lo largo de la obra como un reflejo de la Transilvania húngara de la que proceden, en un ambiente lampedussiano que recuerda a El Gatopardo.
Esa Transilvania que es el lugar de nacimiento del autor, Miklós Banffy conde de Losoncz; testigo de primera mano y protagonista del ambiente sociopolítico húngaro que se describe en este primer volumen de la Trilogía transilvana. Narrador, autor de teatro y político, Banffy fue ministro de asuntos exteriores cuando en 1920, en el Tratado de Trianon, Hungría perdió Transilvania en beneficio de Rumania.

XXVII


Se abre la puerta
y frente al visitante
la caricia de un párpado sobre el piano,
el redoble de ginebra oscura
y el humo colgado del paladar
trazan la improvisación del cuerpo nocturno
iluminado por la noche a golpe de baqueta;

no hay miradas que se diluyan en la música,
vuelan sobre cada centímetro,
sobre cada brizna de ese refugio.

Párpado, ginebra y humo,
caudal de ese momento,
se vierten sobre el vaso
que alimenta al viajero.

Poema invitado: "Credo poético" MIGUEL DE UNAMUNO


Piensa el sentimiento, siente el sentimiento
que tus cantos tengan nidos en la tierra,
y que cuando en vuelo a los cielos suban
tras las nubes no se pierdan.

Peso necesitan, en las alas peso,
la columna de humo se disipa entera,
algo que no es música es la poesía,
la pesada sólo queda.

Lo pensado es, no lo dudes, lo sentido.
¿Sentimiento puro? Quien en ello crea,
de la fuente del saltir nuna ha llegado
a la viva y honda vena.

No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor, no de sastre, es tu tarea,
no te olvides de que nunca más hermosa
que desnuda está la idea.

No el que un alma encarna en carne, tan presente,
no el que forma da a la idea es el poeta
sino que es el que alma encuentra tras la carne
tras la forma encuentra idea.

De las fórmulas la broza es lo que hace
que nos vele la verdad, torpe, la ciencia;
la desnudas con tus manos, y tus ojos
gozarán de su belleza.

Busca líneas de desnudo, que aunque trates
de envolvernos en lo vago de la niebla,
aun la niebla tiene líneas y se eculpe;
ten, pues, ojo, no las pierdas.

Que tus cantos sean cantos esculpidos,
ancla en tierra mientras tanto que se elevan,
el lenguaje es ante todo pensamiento,
y es pensada su belleza.

Sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de la formas pasajeras,
que la Idea reine en todo soberana;
esculpamos, pues, la niebla.

de Poesías

miércoles, 24 de marzo de 2010

Certeza


No he presenciado imperios,

ni he vestido de luz;

sólo tengo

mi penumbra

y

la mirada de Alíah.

En el camino


¿Has oído el susurro del ciprés?

Es ese minuto
cuando abre la niebla
hacia su raíz,
las ramas agitan el horizonte,
acarician el tuétano de la piedra
y la tierra pulsa
otra vida:

después sólo perdura

el credo.

Poema invitado: "Sortija" MIGUEL ÁNGEL VELASCO


Se abisma el ojo en la encendida gota
procelosa del ámbar.
Hay un fragor secreto en la provincia
resumida. Un mosquito, oscuro Ícaro
del tiempo soterrado,
bogando en la burbuja que aún conserva
ese violín sin norte del zumbido.

Relicario de brasa. Dura lágrima
de un sol cristalizado en agonía
de remotas partículas que fuimos
en la aurora volcánica.
Ascua de nuestro infierno,
que trasportamos como quien no sabe
que atesora su ruina, la Pompeya
del Día de la Ira en un anillo.

de La miel salvaje

martes, 23 de marzo de 2010

Extensión del vacío


Como el metal de invierno
el eco de tu sombra llega
donde no hay nada,
si acaso la huella de un insomnio
o la ceguera de la piedra;
es silencio, la medida
de este ángulo de tierra oscura,
la herramienta que desgrana mi rostro,
sin ser mi rostro,
de entre el hielo habitual.

Como metal de invierno
el eco de tu sombra llega
donde no soy.

Jueves 25 de marzo, 20 h.
Entrelíneas Librebar
(C/Gonzalo de Córdoba, 3. Metro: Quevedo o Bilbao).
Presentación
de los nuevos poemarios de
Saray Pavón
y
Francisco Cenamor:
'Grisicitudes' (Cangrejo Pistolero Ediciones, Sevilla, 2009)
'Casa de aire' (Amargord Ediciones, Madrid, 2009)
Presentará Carmen Moreno.

Estrategia del rencor


Se cerró la puerta y el golpe contuvo cada mota suspendida por el sol de la tarde. Giró la cabeza y pergeñó la línea a seguir: destruir el recuerdo y cubrir con el desprecio a quien se fuera más allá del umbral. Sin lágrimas.

La voz recorrió las sombras comunes, ennegreciendo cualquier inquietud, todo hueco recién amanecido en el armario, toda huella que pudiera sostener un olor. Quemó imágenes y tejió la red del olvido. La memoria anclaba sus pasos en su propia oscuridad mientras las uñas caían, ajadas, contra las paredes rasgadas por el sol de una habitación vacía.

Se acomodó sobre el grito mudo, señaló con la mirada ciega su propósito transcrito en los puños crispados, y apuntaló su voluntad sobre el barranco del alma.

Invierno. La puerta aún cerrada. Siempre cerrada. Olvido. Y la edad, fría como la hiel de la serpiente, hundida en la ceguera de la sinrazón. Ahora la noche se plaga de pasados mientras el futuro se ciega.

Poema invitado: "La palabra del deseo" ALEJANDRA PIZARNIK


Esta espectral textura de la oscuridad, esta melodía en los huesos, este soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galería oscura, oscura, este hundirse sin hundirse.

¿Qué estoy diciendo? Está oscuro y quiero entrar. No sé qué más decir. (Yo no quiero decir, yo quiero entrar). El dolor en los huesos, el lenguaje roto a paladas, poco a poco reconstruir el diagrama de la irrealidad.

Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una melodía. Es una melodía plañidera, una luz lila, una inminencia sin destinatario. Veo la melodía. Presencia de una luz anaranjada. Sin tu mirada no voy a saber vivir, también esto es seguro. Te suscito, te resucito. Y me dijo que saliera al viento y fuera de casa en casa preguntando si estaba.

Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo frío, jardín de las delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.


de El infierno musical

lunes, 22 de marzo de 2010

Otra perspectiva


Frente a mí, otros ojos sacuden sueños entre los dedos, la lengua se pierde en bruma de ayer y el aliento acaricia desiertos.

Frente a mí, otro cuerpo abre un camino quebrado, sediento de la savia del tejo; los brazos cubiertos de musgo donde habitan insectos, nutridos con alcohol de espinas; y las piernas enterradas en lava de mármol.

Frente a mí, otro grito se abalanza contra la nada, agitado por el vaho de ratas que laten contra la piel, mecida por palabras que no se reconocen.

Frente a mí: mis ojos, una habitación cerrada, el giro de una llave y el eco de unos pasos que se alejan por un corredor.

En un velatorio


Cuerpo sin hurmiento
tus manos acarician
las espinas de la bruma
y el óxido de tu sangre
aventa la piel
mientras pasa el tiempo,
no las horas.

Sabor de acero,
sólo el rostro de las velas
proyecta alivio en tu perfil
tras un aire sencillo
que deshace los caminos de la creencia
cuando ésta ya terminó.

Alimento sin cuerpo
desnuda tu mentira
en la tierra opaca
como espejo de crepúsculo
donde espera
la voz resentida de tu memoria
hasta que grane el barro sobre la madera.

Poema invitado: "El piano" FRANCISCO PINO


El no haber sido ni en niñez
ni en juventud, ni en madurez; tampoco
en el dorado péndulo del sueño;
y tanto en la vejez; tan sólo en la vejez:

el saber, los oídos y visiones,
las lecturas de agendas;
una mujer subiendo qué escaleras,
qué dunas, qué potencias.

¡Y sólo en la vejez tocar la dicha
de ser, de ser, de ser;
lo anterior ni soñado ni vivido;
la niñez, madurez, el empezar

tan sólo en la vejez y abrir los ojos
a la hermosura del estar viviendo,
no soñando, y tocarlo todo
en el piano de la vida con las manos y el pie

turnos de gracia.


de Claro decir

viernes, 19 de marzo de 2010

XX


En el límite de la trinchera
el oficial levanta el brazo,
va a ordenar el ataque:
ahora todo queda suspendido.

Recostado sobre el talud,
abrigo el hueso de cada recuerdo,
mudo por la tensión
agolpado contra la mirada,
sujeto todas mis huellas
y nos empujo contra el grito
hacia el abrazo con las cenizas de plomo.

Poema invitado: "Misterium fascinans" ANTONIO COLINAS


viene la noche hasta las piedras,
viene la brisa oscura a acariciar el lomo de las piedras
blanda la piedra por el beso
con sabor a siglos

piedra junto a la piedra van negando
el Caos, lo impenetrable,
sube un rumor de piedras desde el río
y de la nieve escasa va llegando
a la mies
la voz o la dureza de la piedra,
porque la noche como piedra rueda
aquí, donde gravita el corazón,
y el Cosmos calla a veces
para que la palabra se propague
como piedra infecunda

silencio, nos decimos, escuchemos
qué es lo que trae el aire:
y un silencio de piedra va y conmueve
los ramos de la noche, las zarzas de la noche,
los ojos con espanto o con luna del rebaño,
un silencio que crece
y que materializa en cúpulas y ojivas
el sueño de los hombres,
trae música el silencio de la piedra,
remota orquestación
con fiebre va y asciende
- ¡oh plata que arde al sol de madrugada! -
la luz burila limbos en la piedra,
teje aves, abejas, hojarascas,
reverbera el buen barro
como la hoguera humilde,
tensos tiemblan los fustes
o gira el rosetón con turbulencias de astro

se hace y se deshace el tiempo,
cada robusto muro,
se funden las vidrieras,
en su luz cae la luz o cae la escarcha,
acaso cae la nieve en los inviernos
y van brotando soles del vacío,
coronas luminosas de las sombras

(para escrutar la vida hay que fundarla
y que fundamentarla
en un Orbe,
¡oh misterium fascinans!
ya suba el alba como un ángel frío,
ya se inflame la tarde en las veletas,
ya se bese la noche con el agua,
aquí, en la catedral,
el Tiempo dormirá en el astrolabio)


de Sepulcro en Tarquinia

jueves, 18 de marzo de 2010

Nocturno


La pálida uña de luz
alumbra el juego de sombras,
las líneas de la mañana se deshacen
bajo un rumor de agua ennegrecida.

El aire se extingue
contra el murmullo de las palabras
que asaltan los caminos
en pugna con los ecos
de legendarias torres,
ahí donde el monte es fortaleza.

Espero la llamada de esa historia
que me arrastre al pasado,
antes de que el aire de medianoche
me lleve al olvido, con el silencio
de todo lo que fue sobre esta tierra
y duerme bajo mi hogar.

Poema invitado: "Me queda la mar media en el triunfo del agua" BLANCA ANDREU


Me queda la mar media en el triunfo del agua,
en el advenimiento de los espejos y de las aleaciones,
me queda la mar media y sus ahogados, cantiga y quemadura,
ebrios de agua profunda y profundo dolor.

Pero había un mar de la sangre más blanca
y del dolor apagado,
mar de la caza y muerte en montería, vino metal dormido y
baja luna.
Mar de los ventanales empapados para el amor más duro
con quien la soledad se atreve y canta, con crines antorchadas
y dibuja hoguera,
mar del amor más duro que decae como decae tu nombre:
el nombre que en mí tiembla y tu nombre primero.


de De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall

miércoles, 17 de marzo de 2010

Fotogramas


Terminan las clases, atrás quedan el crucifijo y los retratos oficiales. En un bolsillo un taco de cromos "te cambio a Gárate por Uriarte", en el otro, un puñado de canicas.
Camino de casa, calle abajo, patea una piedra como compañera, la mirada baja, balancea la cartera al compás del paso.
Sube las escaleras de dos en dos.
Merienda: pan y chocolate; y el padre ausente, echando horas en el trabajo.
La Vanguard apagada, no es hora todavía. Sobre la mesa los rotuladores Carioca, el cuaderno de rayas, un lapicero y los quebrados que se atragantan. "¿Mamá, puedo bajar a la calle?" "No, que estás castigado". Rabia. Los quebrados se enzarzan entre el máximo común divisor y el mínimo común múltiple.
La madre plancha, suena la radio... "aquí Radio Intercontinental Madrid... peticiones del oyente..." (¿por qué Enrique Bussian no tiene puerta de calle?). El hermano pequeño llora desde la cuna. En un rincón los juguetes, indios, vaqueros... y jugar a Bonanza; asoma un madelman ("los madelman pueden con todo").
Borra y borra sobre el cuaderno, la letra nunca sale redonda. "... de su hija que tanto la quiere... Madrecita del alma querida...", la madre tararea.
"Ya he terminado, mamá ¿puedo bajar a la calle?" "No, que estás castigado". Rabia.
El Exín Castillos entretiene la soledad infantil mientras llueve otoño contra las persianas de madera, el sonido alivia el momento.
Encienden la televisión, blanco y negro, ... chiripitifláutico es don José.
En su cuarto, sobre la estantería, elige entre Hazañas Bélicas, El Jabato, Pulgarcito o el T.B.O. Luchará contra los romanos.
La tarde ha avanzado."Ponte el pijama que vamos a cenar". Tortilla francesa y jamón de York. El hermano pequeño vuelve a llorar. La familia Telerín desfila invitando a acostarse; la madre no invita, obliga.

Pesan los párpados, blanco y negro.

¿Cómo acariciaba la madre?

Levanto la vista ante el espejo, la edad me delata. Oscuridad. En esta edad huelo a pasado, a la mirada de la madre muerta y el padre lejano. Abrazo la necesidad de vivirme en aquellas sombras.

Quince de Agosto: Feliz cumpleaños


En esa hora, cuando los rostros son
moldes oscuros, encuentro los años
dejando su huella sobre la arena
de mis sienes, donde aún permanecen
estrías que el recuerdo esculpió,
miradas que guardaron mi soñar,
un niño y un adolescente
aferrados al resto de mi vida
y muertos sobre fondo azul.

Releo las páginas de mi pasado,
las transcribo en condicionales,
reafirmo la memoria
y rubrico, afectuoso,
el propósito de enmienda
que nunca será cumplido,
mientras confuso me pregunto
qué permanece de este instante.

Ajeno al ruido de la fiesta
vuelvo al espejo,
me arreglo la ropa,
sacudo las preguntas
y reivindico mi ausencia
para alojarla en el ayer.

Poema invitado: "De más al borde del camino" JUAN CARLOS SUÑÉN


De más al borde del camino
y a la sombra de antiguos
paredones, ya lejos
de su vieja raíz pero a lo suyo,
aguardando rehusadas
ante la compostura de esas rosas
caídas en la fe, de tantos días
gastados en la fe, del otro lado
de la valla, iluminan
la holgura de la puerta
de su meditación.

Vuelve la cara
para mirar sobre su hombro izquierdo
la habitación recibida.

de El hombro izquierdo

martes, 16 de marzo de 2010

Tránsito diario


En la esquina de su tarde
afianza los tacones de sus horas
y despliega el muestrario
a quien cruce su mirada
entre la cal y el tránsito de la acera,
apenas un gesto
de maquillaje resignado
para ser quien tú quieras
como tú quieras.

Pausa en el ciclo diario.

Impuntual, abriga su mercancía,
cierra la noche
con la calma de lo anodino
y un sabor opaco en la piel;
cierra la noche
y guarda en su monedero
derrotas de pensión.

Poema invitado: "Solicitud" MIGUEL LABORDETA


Inútiles de sangrientas herencias.
Atónitos los ojos desamparados
de horror y latrocinios
pedimos una tregua.
Una tregua en la raíz del duelo.
Una tregua de espiga y bronce
solicitamos
los ardientes grumetes del catastrófico naufragio.
Sobre millones de voces masacradas
en su dorado amanecer de 20 años.
Por encima del furor de los fusilamiento.
Por encima del terco volcán de las prisiones y de los destierros.
Nosotros -voz acuchillada y pura-
sobre los campos y mares
las ciudades y las montañas
elevamos nuestras campanas de esperanza.
No nos dobleguéis a vuestros sudarios malolientes.
No nos secuestréis en vuestro furor de las viejas discordias
¡antes incendiaríamos nuestro corazón entristecido
y lo arrojaríamos sonrientes al olvido de los mares!
Una tregua
pues
solicitamos
(nos morimos de asco -nos estamos muriendo
de desdicha sin rumbo).
Y Ciudadanos del Mundo
para toda la eternidad
dejadnos marchar
hacia el huracán de los seres futuros
a lomos del Minotauro de España.
Del Minotauro de España
(¡oh indómita pena de los machos terrestres!)
a clavar en el pecho del horizonte
su puñal de amor.

de Transeúnte Central

lunes, 15 de marzo de 2010

Desde la convicción


Huele a limón en el baño, en el dormitorio el vómito nocturno traiciona el despertar. Con pereza, fruto del insomnio, recoge la mesa con restos de otras cenas. Una mirada ante el espejo, el giro de la llave y el eco de la escalera. La calle se amplía sobre un plano habitual.
Con las manos en los bolsillos y el abrigo cruzado, la mañana se abre tras un cigarro, el periódico bajo el brazo y el frío que se destila en cada paso.
Camina sin prisa, mientras añora un rostro que no quiere olvidar como se olvidan aquellos de bruma que pasan ante su presente.
Con pereza sigue la línea que traza el callejero, lleva su sombra en la espalda, como un hilo tejido sobre el asfalto. No teme llegar tarde, el sonido del invierno le cobija.
Otro cigarro y el paso se ralentiza con el aplomo que da la certeza.
Quieto, ante él la vertical de la ciudad despliega el grito que no se oye. Sonríe a los testigos.
No retrocede, una leve duda, mira el reloj, tal vez sea tarde.
Un impulso, y llega a tiempo para ver su propia muerte.

Saddest tale


Sombras de voces entre blanco y humo,
los neones facilitan la visión
de la distancia medida con desprecio,
que me permite imaginar
palabras de piel
ceñida por su perfume.

Me instalo en el lugar
donde
con las piernas cruzadas
dirige su mirada, ajena,
para abrigarme con la luz
de un cigarro y el sonido del whisky.

Espero con paciencia
la llamada de la sonrisa que intuyo
e impregnarme de su carmín
como una canción de Billie Holiday,
al ritmo de los murmullos subterráneos
instalados en las mesas vecinas.

Y ella, mi herida, putual como siempre,
desanda la madrugada
para que suspire mi derrota
con el trago de un bourbon con hielo

Poema invitado: "No eres" JAVIER LOSTALÉ


Si quisieras no ser tú
yo te haría de una claridad distinta.
Bajarías conmigo hasta ti,
olvido ya por amor,
y regresarías silenciosa después
- contorno de sueño, marea tranquila -
mientras un halo puro en mis ojos rompe
y ciego entonces te busco verdadera entre tus luces.
sin nombre, porque eres impulso puro,
presencia que el aire sólo toca
y ya no es aire sino tristeza,
aprendo de tu continuo alejarte el amor.
Con tanto disimulo me salvas cada minuto
que mi costumbre de ti no puede entender ahora
esa galería de pasos, contraluz tenso,
sonido sólo por el que llegasen cuerpos de humo
que, a veces, misterosamente se dobla
como a una rosa sin luz.
Pero tan callada eres
que posibles son todos los mundos en tu silencio
y puedo siempre crearte a la medida de mi soledad.
No conoces el lugar ni el tiempo,
te abres involuntaria, como una melodía,
a la secreta sabiduría de la tierra
y luego serena te ofreces,
indefinible ámbito para el corazón;
y hasta ti llego despacio
sin saber...
Y allí transcurro.


de Jimmy, Jimmy

domingo, 14 de marzo de 2010

Ante el espejo



Sin abandonar la precisión del ahora, traza con su mirada una diagonal para buscar un antes en el reverso del espejo.
Sentada al contraluz de la tarde, ajena a otras monotonías, entorna los ojos y busca tras el azogue las sombras de los que allí estuvieron, que ahora, agazapadas, se condenan al silencio; como el ave nocturna invoca la madrugada, entrelaza las manos en esa cita diaria y suspende una sonrisa sin edad por donde hilvana nombres cubiertos de aliento.
Sobre la mesa una taza agota su calor como las horas su momento, mientras su respirar mece al sueño. La noche, suspendida tras la ventana, se despliega sobre las paredes y llega hasta la piel de quien, tan sólo, espera. Johan Sebastian enmudeció en el aire sin horizonte.
Una vez más el ritual termina. La boca agotada de recitar pasados. Oscuridad. Y ella se agita estremecida por un llanto inexistente que la despierta: el pasado apuntala su razón.

Ceci n'est pas un poème


Desde el castillo en los Pirineos
abro la puerta de un árbol
para observar la una
entre una lluvia de paraguas
y una pipa que no es.

Rostros, besos cubiertos
(el camisón muerte sobre la madre)
reunidos en un ataúd
asomado al balcón de los silencios
entre las flores del abismo.

El latido de una manzana,
una mirada que florece
a la luz de un parasol,
y la palabra en una copa vacía
deshabitan las noches
tocados por negro bombín
cuando la nube y la piedra
flotan sobre un cuarto menguante.



a René Magritte

Poema invitado: "El descampado" JOSÉ ÁNGEL VALENTE


Quién podría haber visto que nadie andaba bajo la noche
ni quién saber que, roto el velo, sólo había una esponja
seca,
abierta la ventana un muro ciego.

Quién podría decir que el transeúnte a quien me acerco
y pregunto la hora iba a dar una sola respuesta
que rebasase la extensión enorme de la ciudad de Londres
y los campos vecinos y el mar y toda la tierra
hasta nunca alcanzarnos.

Quién iba a saber que usted y yo seríamos las víctimas
inocentes
de un amor deshonroso.

Y quién que un maniquí lloraría a altas horas
la esterilidad de todos nuestros vientres.

(No imaginará usted -dijo mi interlocutor-
la parálisis del pensamiento
la esclerosis de las formas perpetuas
la formación de estalactitas seminales
como recuerdo de la antropohistoria
.)

Quién podría imaginar que usted y yo nos acuchillaríamos
en este descampado, mientras nuestros perseguidores
caían uno a uno en las trampas mortales
que ambos, alucinados, comoribundo amigo,
habíamos tenido.

de El Inocente

viernes, 12 de marzo de 2010

Desde el pasado


En la huida de la serpiente
acuden
los señores de la isla
para bendecir al druida;
mientras
los caminos se estremecen
por el roce del reptil
y la bruma agoniza
en su noche;
sin murmullo
las manos vuelven al hogar,
al fuego vacío que aguarda
otra historia
donde prender
la llama
de su tiempo.

Desde la Calle Empedrada (Peñaranda de Bracamonte)


Teja, adobe y carbón
y la madera entreabierta,
mecida por el brasero,
marcaban la tierra
donde mis manos dibujaron infancia;
fuera,
el sonido del adoquín,
tras el surco del cereal,
se perdía hacia los soportales
con ecos de granito
y jueves de mercado
bajo la espadaña y el santo protector.

Tras el hielo de la edad,
entre brasas de distancia,
guardo las voces de esa calle
y la desnudez del que ya no soy.

Teja, adobe y carbón
y la madera entreabierta
son cenizas
de la memoria.

Poética


José Hierro afirmó que “la poesía no tiene definición, sencillamente porque no es abordable por la razón. Ni el propio poeta que la escribió es capaz de explicarla a los demás, ni de explicársela a sí mismo. El poeta escribe poesía porque sólo con la poesía puede decir aquello que no puede decir”.
En este punto me encuentro para intentar describir mi poética, un país de buenas intenciones; agarrado a la cita anterior recuerdo al melvilliano Bartleby y, como él, “preferiría no hacerlo”.
Resulta complejo explicar la cartografía por la que pueden transcurrir los poemas de un autor, si bien, en mi caso, la clave que podría dar cierta orientación a los mismos la encontraremos en la memoria, en el recuerdo.
Una ceremonia, la de recordar, que permite un dominio, siempre subjetivo, de la historia tanto personal como colectiva; así como la exploración de un terreno propicio para la reescritura, la reinvención de uno mismo y de su entorno, la fantasía de lo que se supuso vivir, la posibilidad de traicionar, deformar o readaptar cualquier suceso, ya sea vivido, imaginado, soñado o deseado, siempre latente en el interior. Un camino de comprensión de uno mismo y de lo que le rodea, la búsqueda de una luz que ilumine la habitación oscura del vivir. Porque no debemos olvidar la fuerza de la memoria que, como escribió Eliot, es capaz de “arrojar y dejar en seco una multitud de cosas retorcidas”.
Sumemos a ese juego de la memoria, es inevitable, la palabra, la propia y, por encima, la que otros han escrito, marcas necesarias en el recorrido, muescas en la mirada, trayecto imprescindible y multidireccional ajeno a líneas estrictas y cánones establecidos, riqueza al fin y al cabo; palabra como herramienta que, recordemos a Carles Riba, “se usa para entendernos y entenderla”. Con ella completamos el juego poético, instrumento manipulador, distorsionador, re-creador en fin.
Con las palabras nos dotamos de vida escrita, construimos la frase, como René Char, “la dotamos de significado para nosotros y para los demás, incluso si se equivocan”.
Palabra, lenguaje, materia para construir como una forma de desafiar incluso a la lógica, juego cuyo fin, como advertía Valente, “supondría nuestra muerte”.
Palabra, lectura, tiempo y memoria, expresiones de tránsito por el atlas de la poesía.

Poema invitado: "Fin de trayecto" JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD


¿Parpadean las luces o eres tú
que me miras a ráfagas, vacilas
tercamente a mi lado y pones
comouna intermitencia de cristales
litúrgicos entre el sexo y la música?

Quien aquí vino a hurgar
en la parte más neutra
de la noche, convicto
permanece en su duda, a extramuros
del tiempo, nunca más como cómplice
sólo esperando ya qué importa qué.

de Descrédito del héroe

In Memoriam: MIGUEL DELIBES



1910 - 1920

El Campo Grande se ha quedado vacío

jueves, 11 de marzo de 2010

XLIX


El peregrino, desde un rincón del despertar:

camina hasta la raíz de la palabra,
busca el germen original,
cruza del páramo de su piel,
desgaja el sudor de los dedos,
desmenuza el alma agrietada,
baña las dunas de su voz,
calma la sed de su espíritu,
no recuenta más agostos,
reanima el hogar desbrozado,
reune a sus muertos cada tarde,
duerme lejos de la nostalgia,
baja de la cruz los temores,
deshiela los brazos, los labios,
arranca espinas de su médula,
quema el rastrojo de los odios,
guarda la voz que le revive,
lanza los gritos contra el muro,
abre la esclusa de los vientos,
desborda la bruma del sueño,
engulle el furor del insomnio,
tiñe sus lágrimas de azul,
vive, puntual, junto a sus dioses,
siembra la tierra de su corteza.

Se reconoce en quién es.

Poema invitado: "Never more" CARLOS EDMUNDO DE ORY


Nunca jamás el cuervo de la noche
que so el alma desciende enseñará
otro espejo tan brillante de mí mismo
como el que ya contemplo con faz limpia
tras el sucio prestigio de los días
lejos del fango y lejos de la entusa
Pasando el cuerpo por la telaraña
que misteriosamente se quedó
intacta y yo quedéme a su compás
molde de su molécula geométrica
Ileso al otro lado de la sombra
me entretuve lanzando una ojeada
a este rostro difícil que me vio
quieto en el infinito poderoso
La serpiente del ser inmoble su ojo
y el pensamiento mío redondeándome
cayéndome los pétalos del alma
en el silencio oscuro de la nada
Tuve en sangre la boca de estupor
cuando a ciegas la noche me llevaba
la cabeza como humo escultórico
alejándome más alejándome más
hasta bajar al alba si es que bajo.

de Melos melancolía

miércoles, 10 de marzo de 2010

Más... Convicciones


XIX
Frente a la esquina contemplo
cómo crece
la herrumbre de la memoria;

cuido este jardín
con secuencias de invierno.


XXV
Abrazado al sabor del loto,
despliego sobre las paredes
cuantas miradas olvidé.


XXVI
Apago la luz,
sobre la mesa
el barniz de las palabras
ahí vertidas
desborda
el sabor de la noche.


XXVII
En el ticket del supermercado
desnudo mi proyecto
para el fin de semana.


XLVIII
Al despertar
imité la estrategia de la araña:
me envolví en su hilo
y bebí el laberinto de su eclipse.


LII
Me abracé a la cálida sonrisa de la Fortuna
dormí bajo su aliento
y olvidé cómo olvidar;

mientras,
el azar tomaba mis decisiones.


LVI
Mis rezos se olvidaron
de acompañar a mi sombra;

fueron devorados
por el dragón de la lógica.

Poema invitado: "El deseo de llorar" KEPA MURUA


Con el deseo de llorar a oscuras
las lágrimas no hay que recogerlas
con la legua de una en una.
No hay que secarlas con las manos
nerviosas cuando caen.
Hay que dejarlas que sigan su rumbo
hasta desangrarse en el inconsciente.
No,las lágrimas del amor
no son lágrimas si saben a uno.
Son agua como un deseo mil veces
perdido al tocarlas con los labios.
Son muerte y silencio compungido
con el temblor del cuerpo un día de lluvia.
Hay que llorarlas con su carga de odio.
Beberlas con el mayor de los desprecios
pero nunca de una en una,
sino con su sabor encerrado en la boca
guardarlas en la palma de la mano.

de Cavando la tierra con tus sueños

martes, 9 de marzo de 2010

Diciembre: Castilla desde la carretera


Entre un bosque de escarcha
las espadañas huérfanas
encaran el invierno.

Una sombra de luto,
en cotidiana liturgia,
busca la luz de sus muertos
sobre el pardo horizonte.

La breve acera de adobe
congrega los silencios
del firme atardecer.

Un viento gris de nada
recorta las vidas
de románicas costumbres
y oraciones silentes.

Sueñan la memoria,
el olvido.

XXV


El velo desgarrado del combate
muerde las entrañas
y las escupe contra la escena,
en ese punto está el todo:
el arma, cordón que me une al contrario
al metro de tierra avanzado;
el grito, los gritos
que siembran de vida última
cada estallido emergente
y todo el paisaje mudo a mis oídos,
vivo a mis ojos.

Y corro, tal vez avanzo,
huyo del sentimiento
entre el polvo que eclipsa tantos días.

Poema invitado: "Dobla su cabo el año" OLVIDO GARCÍA VALDÉS


Dobla su cabo el año,
mecanismo del que brotaran al girar
grumos en ramas, materia
amarillenta envuelta en sí,
verdecidos gusanos diminutos.
Abajo, farolillos de flores, fiesta
del aire. Corresponde
al hueco del estómago esta luz,
la cadena en que la muerte bulle, fiesta
larvada donde la vida prolifera.

de Del ojo al hueso

lunes, 8 de marzo de 2010

En el Athos


Hay odios en los sueños,
también en las vigilias,
como el texto que en su fuga
agita los restos ebrios
de cualquier ensoñación
cobijada en la tarde de una vida.
Así me encuentro,
ante la geometría inerte del papel,
con las manos descarnadas
por el áspero tacto del silencio
y con una oración rota
por el perfil del tiempo
dibujado sobre la frente.
Al despertar, o al dormir,
espiro cualquier huella
de lo que pude ser,
y desde el vértigo de mi galilea
custodio la sombra del meridiano
con el acíbar de las horas
que perfilaron estos rencores.

En el centenario de MIGUEL HERNÁNDEZ



Fueron un disco de Serrat, un dibujo (que más tarde supe que era obra de Antonio Buero Vallejo) y un profesor de literatura (José Pons, gracias siempre) los elementos que me hicieron conocer a Miguel Hernández. Al principio, reconozco, me resultó llamativa la imagen de un pastor que escribía poemas. Posteriormente aquello se convirtió en la fascinación por el hombre comprometido. Hernández supone la encarnación del hombre con la vida, el compromiso intenso con su obra, con el amor y con sus circunstancias sociales, un hombre cuyo recuerdo, como reconoce Pablo Neruda, "no puede escaparse de las raices del corazón". Fiel a sus amigos, a su orígen, al amor y a los que él creía que debía defender, animar y cuidar; logró que con sus palabras Orihuela fuera su pueblo y el nuestro. Seamos fieles a su vida, a su obra y a sus palabras, las de una sombra que echa raices en nuestros alientos.

Elegía a Ramón Sijé

En Orihuela,su pueblo y el mio, se me
ha muerto como el rayo, Ramón Sijé,
con quien tanto quería.


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo voy
de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

de El Rayo que no cesa



Muerte nupcial

El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
este lienzo de ahora sobre madera aún verde,
flota como la tierra, se sume en la besana
donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.

Pasar por unos ojos como por un desierto;
como por dos ciudades que ni un amor contienen.
Mirada que va y vuelve sin haber descubierto
el corazón a nadie, que todos la enarenen.

Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.
Se descubrieron mudos entre las dos miradas.
Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,
y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.

Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos
se veían, más lejos, más en uno fundidos.
El corazón se puso, y el mundo, más redondos.
Atravesaba el lecho la patria de los nidos.

Entonces, el anhelo creciente, la distancia
que va de hueso a hueso recorrida y unida,
al aspirar del todo la imperiosa fragancia;
proyectamos los cuerpos más allá de la vida.

Expiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!
¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,
desplegados los ojos hacia arriba un momento,
y al momento hacia abajo con los ojos plegados!

Pero no moriremos. Fue tan cálidamente
consumada la vida como el sol, su mirada.
No es posible perdernos. Somos plena simiente.
Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.

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